El jabón amarillo es menos conocido que el jabón de Marsella, pero su rendimiento de limpieza doméstica te sorprenderá, ahorrándote mucho en detergentes.
Es un compuesto de potasio blando, a base de aceite de coco con un conocido poder desengrasante.
Nuestras abuelas lo usaban principalmente para desinfectar su ropa. Al ser fácilmente maleable, puedes tomar una pequeña nuez, hacerla girar entre las palmas de las manos para crear una o dos bolas e insertarlas directamente en el tambor de la lavadora, dependiendo de lo sucia que esté tu ropa. Su función de limpieza los devolverá como nuevos, reavivando los colores y perfumándolos.
¡Y esa es solo la primera sorpresa que te deparará el jabón amarillo!
¡Averigüemos juntos a los demás!
Usar jabón amarillo es conveniente: ahorras en detergentes
Es en el baño donde el jabón amarillo te dará una gran satisfacción y ahorro.
Simplemente con su soporte, limpiarás el inodoro a fondo, eliminando manchas e incrustaciones.
Corta un trozo, dale forma de disco y pégalo directamente dentro del recipiente para que pueda entrar en contacto con el agua de la descarga, pero no en el punto de su mayor potencia, correría el riesgo de desprenderse.
Tendrás un inodoro fragante y limpio en todo momento.
Incluso en los sanitarios en general, el jabón amarillo actúa de forma significativa, garantizando una higienización profunda. Solo un trozo es suficiente para sumergirse en un recipiente con agua hirviendo.
Revuelva con una cuchara para disolverlo y sumerja una esponja o un paño en la mezcla. Ahora todo lo que tienes que hacer es limpiarlo en las superficies amarillentas e incrustadas. Disfruta del resultado.
Y de nuevo: con el jabón amarillo puedes eliminar las manchas y las rayas del acero y devolverle su antiguo esplendor. Campana, fregadero, estufa, todo volverá a brillar. Simplemente haga la mezcla anterior y pásela donde haya parches para eliminarlos en la primera pasada. Use una esponja suave y no abrasiva o corre el riesgo de rayar el acero.
Para limpiar la plata, en cambio, puedes utilizar un trozo de jabón amarillo directamente, sin disolverlo. Colócalo sobre un paño de microfibra, agrega una cucharadita de bicarbonato de sodio y usa esta mezcla para vencer las manchas negras debido a la oxidación.
Enjuaga y seca bien los cubiertos.
Ahora brilla como antes y sin gastar una fortuna en detergentes químicos, que son caros y perjudiciales para nuestra salud y el medio ambiente.
¡Es bueno saberlo!