Calentar sin coste, sin un radiador encendido día y noche, parece imposible, ¡pero es una realidad que se está volviendo cada vez más popular! Los antiguos remedios de las abuelas vuelven a estar de moda, para contrarrestar los altos precios de la energía y salvaguardar el bolsillo familiar.
Los aumentos de las facturas son la verdadera pesadilla de los italianos y amortiguarlos tanto como sea posible es un imperativo categórico generalizado. ¡Pruebe estos ingeniosos métodos y encontrará la calidez adecuada sin arruinarse!
¿Curioso? ¡Empezar!
Calefacción sin radiador: cuando hace frío, ¡prueba los trucos de la abuela!
Empecemos por lo básico: puede parecer trivial, pero lo primero que hay que hacer es sellar las ventanas en la medida de lo posible. De hecho, si están anticuados o funcionan mal, dejan pasar el aire frío y penetrar en las habitaciones y los huesos. Equípate con las clásicas serpientes hechas de tela rellena de espuma, ¡las que viste en casa de la abuela! Si no tienes ninguno, simplemente enrolla una toalla de felpa para aislar tus ventanas y puertas.
Luego, aprovecha al máximo la luz natural posible: por la mañana, abre las persianas, sube las persianas y ensancha las cortinas. Los rayos del sol calentarán la habitación y durante la primera parte del día podrás mantener los radiadores apagados.
Pruebe, entonces, el calcetín de sal es un remedio transmitido desde tiempos inmemoriales. En la antigüedad, ya era costumbre hacer calcetines de lana para proteger los pies del frío, pero no solo. También se usaban para calentarse. A continuación, le indicamos cómo reanudar este hábito efectivo, pero de bajo costo.
Tostar un poco de sal gruesa en una sartén antiadherente, luego con una cuchara o embudo transfiérela dentro de un calcetín de lana o felpa y sostenlo a tu lado para calentarte las manos, el vientre o la espalda. La sal también absorbe la humedad. Si sufres de sinusitis, coloca el calcetín en tu frente, ¡acelerará la curación y te aliviará el dolor!
Un truco similar es llenar una botella de plástico con agua caliente (no hirviendo, de lo contrario se deformará). Calienta un litro de agua en una sartén, luego transfiérelo con un embudo a una botella y mantenlo a tu lado para calentarlo cuando tengas frío.
O bien, prepare una infusión fragante. Poner un poco de agua en una cacerola, agregar 4 o 5 hojas de laurel y llevar a ebullición. Vierte todo en un frasco de vidrio. El vapor resultante perfumará el aire y le dará un calor saludable. Si te encantan los aromas cítricos, usa cáscaras de naranja o limón, si prefieres unos más cálidos e intensos, usa una rama de canela.
Y antes de dormir, para una cama realmente acogedora sin gastar una fortuna en aparatos de calefacción, recurre al secador de pelo caliente. Pásalo por las sábanas y la almohada, las mantas y la colcha, luego colócalo debajo del edredón y disfruta de una noche de calor refrescante.
Sencillo, ¿verdad?